Cuando nos invade
el sopor llegan los bostezos. Son signo inequívoco de que pronto caeremos en
dormidos. Abrimos la boca de forma involuntaria y respiramos con intensidad
durante cinco o seis segundos. Lo hacemos desde que estamos en el útero
materno. Lo hacen los gatos, los perros, los chimpancés y otros muchos
animales. Sin embargo, la ciencia aún no ha
descubierto por qué sucede.
Varias son las
teorías sobre la razón de ser de los bostezos. La más popular los relaciona
directamente con el aburrimiento. Otra dice que es un gesto heredado de nuestros ancestros
y que sirve para enseñar la dentadura a nuestros congéneres con el propósito de
intimidarles.
Otra, de las más
modernas, señala que la labor de los bostezos es proporcionar
una ración extra de oxígeno al cerebro. Esto
es necesario cuando en el ambiente hay demasiado dióxido de carbono. Por eso,
es más frecuente bostezar cuando estamos en grupo, es decir, cuando el entorno
está más 'cargado'.
La última
investigación científica sobre los bostezos apunta en otra dirección. La han
realizado psicólogos de la Universidad de Albany en Nueva
York y la ha publicado la
revista Evolutionary Psychology.
El bostezo sirve
para mantener alerta al individuo y evitar que nos durmamos
De acuerdo con sus
conclusiones, el bostezo no sirve ni mucho menos para inducir al plácido
descanso, sino todo lo contrario. Es un mecanismo del cuerpo para
mantener alerta al individuo y que evitar caer dormidos.
Los bostezos
refrescan la sangre del cerebro. Las bocanadas frescas que respiramos enfrían
los vasos sanguíneos de la cavidad nasal que envían sangre al encéfalo. Esto
ayuda al cerebro a funcionar mejor y aumenta el nivel de alerta...
Así que a partir de
ahora, si alguien bosteza en tu presencia, mientras estas explicando algo, no te
ofendas, pues lo que en realidad intentan hacer es no quedarse dormidos y
continuar prestándote atención.
Por K.P
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